lunes, 24 de enero de 2011

...But my mind holds the key....

Yermo era el terreno y frío
Tú, trajiste la paz, las ramas de olvido
Prometiste que sería la última vez
Que no tenía sentido…
Que mis manos lo tenían todo
Me decías y me decías,
Coge el cielo despejado
No dejes de las nubes ni rastro
Camina por los reflejos, vergonzosos…
…Del ocaso.
No tuerzas la mirada, ni temas el fracaso.
Las sombras alargadas son víctimas
De los poetas y de sus trazos.
Casi tienes la respuesta, tímida y lenta
Te has quedado bloqueado,
Mirando el final de tus brazos
Grafito en la sangre, hematomas hechos lazos
La única verdad que me inquieta…
Es que la vida de los poetas
Se acorta…. al final de cada letra.

martes, 4 de enero de 2011

Gerardo.


-¿¡Hola!? ¿Quién anda ahí?
-Soy…Soy yo Ramón, soy Gerardo.
-Ah, vaya ¡qué susto me ha dado!
-Si, ¿me abres… por favor?
-Si, entre que está lloviendo a mares.

Ya casi hacía una vuelta de calendario, que Gerardo venía por aquí, su esposa había muerto el 11 de abril, en mi vida podré olvidar ese día.
Estaba en la garita de vigilancia, mi puesto actual, yo era nuevo por aquel entonces y Gerardo era el Arquitecto responsable de la monstruosa obra a la cual dedico mi vida a vigilar.
Lo llamaron por teléfono del hospital, y yo fui a avisarle que tenía una llamada, cogió el teléfono con sumo cuidado, como si fuera urticante, escuchó el mensaje y colgó el teléfono con el mismo cuidado y muy lentamente, se apoyó en la mesa con las dos manos y me pidió que lo llevase al hospital, que era urgente.
Estuvimos tres días en el hospital y finalmente, tanto el como ella dejaron su vida a un lado.
Por lo que pude escuchar a los médicos, la mujer de Gerardo se había suicidado intoxicándose con pastillas.
Gerardo apareció por la obra al día siguiente, nadie entendía nada, Gerardo entró silencioso, cerró la puerta de su despacho y no salió hasta pasada la medianoche.
Le vi salir desabrigado, hacía un tiempo asqueroso pero parecía no darse cuenta, abrió el coche y se metió dentro, pero no llegó a encenderlo, estuvo varias horas hasta que finalmente salió y me pidió por favor que le abriese de nuevo la puerta.
A partir de ese día, las cosas empezaron a ponerse violentas, Gerardo había cambiado los planos a su antojo, sin decir nada a los promotores con lo que la mayoría, dejaron de aportar dinero.
Los albañiles empezaron a mostrarse preocupados por quién pagaría su nómina a fin de mes, pero Gerardo aseguró que a nadie le faltaría un céntimo, así que la obra continuó lentamente con los nuevos cambios que había introducido.
Nadie se dio cuenta, de lo que Gerardo estaba haciendo, solo levantaban pisos y pisos, la edificación se tornó musculosa y llena de nervios, las medidas a priori sinsentido. Había pisos de enormes dimensiones y otros ridículos, pero los obreros no se preocupaban, solamente ponían ladrillo sobre ladrillo, viga sobre viga bajo las órdenes que Gerardo les dejaba impresas en los planos.
Pero todo cambió el martes de la semana pasada, me fui a las seis de la mañana, y decidí dar un rodeo por el alto del Moriano, me habían dicho que inaugurarían un mirador y me acerqué a curiosear. Casualidad, estaba la cadena abierta y metí el coche…
Al mirar hacia el edificio de Gerardo, noté como mis pulmones reventaban el aire en una exhalación, un hormigueo me subió desde las últimas vértebras y me inundó los carrillos…
Dónde hace un año pensaban levantar un bloque de edificios de bajo presupuesto, ahora podía verse claramente un hombre inclinado de rodillas, delante de una mujer que mira al cielo.
-Maldito loco… Se me escaparon esas palabras, casi sin querer.
En dónde acababa la pierna del hombre inclinado, se veía el despacho de Gerardo con la luz encendida.

martes, 14 de diciembre de 2010

Llévame....por los caminos.

Abuelo… llévame por los caminos
Que tengo las manos heladas
Y no siento ya, mi cuerpo frío.
Abuelo… llévame por los caminos
Que conozco todas las piedras
Y todos los palos he sentido.
Abuelo… llévame por los caminos
Que no oigo más que voces
Voces tristes de gentío.
Abuelo…llévame por los caminos
El que custodian los cipreses
Y de los olmos es querido.
Abuelo…llévame por los caminos
Que no por ser diferente
He querido nunca ser distinto
Abuelo…llévame por los caminos
Que me piden los cuervos negros
Un negro cuerpo que ya no es mío.
Abuelo…llévame por el camino
El que mezcla tu sonrisa
Con la semilla de los pinos
Abuelo… llévame por el camino
Que nunca antes recorrimos
Allí donde las cepas, dan el mejor vino
Abuelo… llévame por los caminos
Solía decir mi nieto
…A su abuelo campesino…

viernes, 29 de octubre de 2010

...

Son las manos de este hombre
Las que pintan garabatos,
Dejando el reflejo de su rostro
Maltrecho. Y ajado.
Tersa el trazo con nostalgia
Cuando retrata sus labios
Lo único digno de salvarse
Si despistado, le atrapan los años.
Tantas palabras que pronuncié
Que mis labios erosionados…
Buscan a ciegas los tuyos
Para que morir, no parezca tan malo.


Prometo sin duda no respirar
Ni probar más el aire contaminado
Prometo seguir muriendo
Ahogado entre versos entrelazados.

miércoles, 13 de octubre de 2010

...De la nada lo que sobra...

Soy un hombre de posguerra
Y vivo del día a día,
Solo lo que Dios quiera
Mis manos las mece el viento
Cuando no tengo que comer...
Engañado tengo al estómago
Tragando por trozos mi aliento
No grito consignas
No miro hacia fuera.
Y cuando me equivoco
Y dejo que esto me duela,
Como las tengo vacías…
Hago música con las cazuelas.

Las mañanas de mayo no las quiero vivir
Prefiero perderme por el camino
Y lo que no consiga sostener el aire
Que lo haga el alambre de espino.

martes, 10 de agosto de 2010

Sin nada

Por favor que mi hijo no nazca poeta…
Que si las habitaciones le pinto de blanco
No quieran sus ojos llenarlas de pena
Por favor que mi hijo nazca poeta.
Que no le sean familiares las rimas,
Y yo le esconderé todas las letras
Mentiras por costumbres
Metáforas lastimeras.
Que no busquen sus manos
Otra cosa que la alegría,
Y con gusto cambiaré…
Su vida por la mía.
Hazme a mi poeta, que traigo el corazón de vuelta
Pero deja en paz a mi niño, que no conozca la tristeza.

lunes, 31 de mayo de 2010

...

La culpa fue de la maldita escalera, esa escalera vieja y retorcida, que dejó que te fueras… Y desde entonces no he vuelto a hablarle, lo prometo.
Pero si vuelves…perdonaré a la escalera, a las ventanas que me escupían el relente en las pupilas cuando el sol se cuela por las persianas, perdonaré a las alfombras que llenaron de polvo la estancia…recordándome el tiempo que invito cada día, y que día a día rechaza mi oferta de dejarnos atrás.
No perdonaré al tiempo, ni al polvo, ni siquiera perdonaré la nota que me escribiste ni la pluma que utilizaste, ni siquiera perdonaré las palabras que usaste…Me voy.
No pienso perdonarles, a ninguno.